La fidelidad de Petrus
La puerta
estaba abierta, por la calle pasaba la gente y
vislumbraba
el interior de la casa. Techo de madera, la-
drillo a la
vista y unas cortinas voladoras color lila. To-
dos querían
saber quien vivía allí, jamás se había
visto
gente; sin
embargo la casa estaba habitada. Los provee-
dores
dejaban sus mercancías, el pasto lucía cortado y
un perro
gigante, como de piedra, dormía todo el día en
el umbral
de la puerta.
A la noche
la puerta se cerraba, y la luz desaparecía jun-
to con el
perro. A la mañana todo comenzaba: la luz del
sol en las
cortina lilas, el techo de madera y el jardín apa-
recía
regado.
Petrus, le
habían puesto los vecinos al perro, que inmóvil
montaba
guardia.
Así pasaron
los días, los meses y algunos años. Petrus apa-
reció
muerto un día. La puerta quedó cerrada, el jardín co-
menzó a
secarse y el techo de madera se pudrió. Todavía
algunos
vecinos pasan para ver la casa derruida y el jardín
abandonado.
Y se preguntan ¿ a que amos soñaría Petrus
cuando
soñaba con una cortina color lila, un techo de pino,
un jardín húmedo y fresco?
R. Saporiti
R. Saporiti
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